¿Qué es el day trading y por qué ha resurgido?
Con la actual intersección de tecnología y confinamiento, muchos jóvenes se han interesado por el day trading, práctica que consiste en comprar y vender una serie de instrumentos, generalmente acciones o divisas, durante el mismo día, con el objetivo de tener una ganancia rápida.
En teoría, resulta algo factible que despierta mucho interés: abundan en las redes las presunciones y promesas de obtener ganancias desde casa sin ningún estudio sobre finanzas o inversiones con tan solo dedicarle unas cuantas horas al día o a la semana.
Ahora bien, en el terreno de la práctica este tipo de actividades requieren disciplina, estrategia, conocimiento, tiempo y buenas herramientas. No es para cualquiera, pues implica un manejo del capital y de riesgo importantes en periodos cortos, además de que hacerlo rentable en el largo plazo realmente es una proeza.
La prueba está en que los porcentajes de éxito en esta práctica son mínimos y el 90% de quienes lo intentan terminan perdiendo dinero. Esto ocurre principalmente por no tener la formación y el temperamento, pero también por factores que lo complican mucho, como el hecho de que cada operación conlleva una comisión de intermediación pagadera al bróker, lo que resta aún más al margen de ganancia.
La mayoría de los inversionistas más avezados rehuyen al day trading, dado que consideran que la inversiones bursátiles crecen con el tiempo y la paciencia, y no persiguiendo precios detrás de un monitor todos los días.
Sin embargo, tanto es el crecimiento de dicha actividad que se han desarrollado plataformas con modelos de negocios que anuncian cero comisión por intermediación, pero con costos ocultos en las letras pequeñas. Es obvio que no hay negocio sin ingresos, sin embargo, en la mente de muchos la promesa de estas plataformas suele superar los posibles costos directos o indirectos de participar en ella, y se arriesgan a entrar en estas dinámicas con la esperanza de “pegarle”.
Algunas de estas plataformas ofrecen apalancamiento, lo que significa que, con base en deuda, se pueda aumentar el capital inicial de inversión a fin de exponenciar las ganancias. Pero claro: esto es una peligrosa navaja de dos filos. Recientemente, se han publicado historias en las que jóvenes que, por ambición y sin conciencia de la dimensión de su apalancamiento, ahora han contraído deudas por varios miles de dólares.
Como diría un colega asesor en estrategias de inversión: si quieres sentir la adrenalina con tu dinero, mejor ve a Las Vegas; las inversiones reales y rentables son aburridas y toman tiempo.
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