¿Invertir con emoción o razón?
Según la teoría de finanzas conductuales, el inversionista generalmente se rige más por sus emociones que por los datos duros, generando con ello distorsiones en los precios de los activos.
Se observa también que los inversionistas gustan de participar en los activos con el mayor crecimiento en el presente o pasado inmediato, y optan por reducir o eliminar aquellos que muestren poco crecimiento, sin tener una base sólida que justifique la decisión. Esto ocasiona que, en el largo plazo, una estrategia de inversión no cumpla con su cometido u objetivo.
En estos tiempos de pandemia, tenemos muchos ejemplos de volatilidad en los mercados. En un mismo día, podemos ver movimientos con subidas y bajadas bruscas, producto de la multiplicidad de señales.
Lo hemos visto particularmente con acciones como las de las aerolíneas estadounidenses: casos que develan la irracionalidad del mercado, cuando este genera oportunidades para quien está atento y dispuesto a tomarlas.
Aclaro que uso la palabra “irracional” debido a que caídas de tales magnitudes —por encima del 30%, digamos— no siempre se justifican; es decir, las empresas o los activos no necesariamente presentan un deterioro tan fuerte de su valor.
El dólar es otro caso. Dado que los datos muestran que este activo ha sido rentable en los últimos meses, es natural encontrar inversionistas que quieran invertir todo su capital ahí. Sin embargo, de nuevo, no es lo esperado sino lo inesperado lo que acontece, por lo que conviene no tomar posturas demasiado arriesgadas o prematuras.
Esta baja reciente en algunos activos presenta oportunidades; siempre es así. En lo particular, hay una mención del gran inversionista Ben Graham, quien dice: “El mercado no es un analista fundamental; es un barómetro de sentimiento de los inversionistas. Simplemente no puedes tomarlo muy en serio”.
Lo cierto es que actuar con base en emociones no es sustentable en el largo plazo, pues es muy difícil mantenerse y replicar este tipo de ganancia muchas veces en el tiempo.
Así, más allá de la oportunidad, para ser un inversionista exitoso hay que ser muy selectivo en los componentes de un portafolio de inversión, conocer al detalle el instrumento financiero o activo en que se desee invertir y tener una estrategia basada en hechos, datos e indicadores que ayuden a tomar una decisión fundamentada.
Cierro con un mensaje de Warren Buffett y Charlie Munger: “Es de destacarse cuánta ventaja en el largo plazo hemos logrado intentando ser consistentemente no estúpidos, en lugar de ser muy inteligentes”.
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